Alejandra Hernández Di Bartolomei - Psicóloga

Alejandra Hernández Di Bartolomei - Psicóloga
Terapia de Pareja

domingo, 28 de mayo de 2017

El vínculo amoroso como camino espiritual

 OndreaStephenLevine


Stephen Levine es uno de pioneros en la introducción del Budismo Theravada a Occidente, autor de varios libros sobre el proceso del buen morir, y es, sobre todo, un respetado maestro.
Ondrea Levine, psicóloga y co-autora de varios de sus libros, es su esposa desde hace treinta años.

En estas tres décadas han ayudado a incontables personas a enfrentar enfermedades terminales, heridas psicológicas y pérdidas de toda clase, y, en el camino, les han transmitido el sentido, el alivio y el regocijo en una vida centrada en el corazón. Desde hace unos años se han recluido en su casa en las montañas de Nuevo México, ya que ahora padecen, ellos mismos, enfermedades terminales. Desde allí, por medio de cartas y materiales que suben a su sitio, continúan compartiendo su experiencia de lo que significa atravesar las dificultades con plena conciencia y vivo compromiso, hasta el último día.

El siguiente fragmento es del libro de Stephen, “Embracing the Beloved” (Abrazando al Amado”). “El Amado” es su forma de nombrar al amor incondicional del que todos somos reflejo y encarnación.

“Muchas personas sufren de senilidad de las relaciones. La mente se ha agotado por completo de tanto intentarlo. La auto-protección y la inhabilidad de ir más allá (la resistencia) nos han dejado confundidos, convencidos de que entendemos.

Muchos están quemados y desanimados. Las heridas del pasado les han dejado el corazón lleno de cicatrices. La mente se ha cerrado como un puño. El cuerpo se ha atrofiado en una desconfianza que comprime el vientre. Pero la sensación de pérdida, y de estar perdido, finalmente capta nuestra atención y nos damos cuenta de que nadie puede hacernos felices salvo nosotros mismos. Y comenzamos a tomar responsabilidad.

Comenzamos a construir la capacidad de responder en vez de reaccionar. Hacemos foco en nuestra resistencia y reconocemos que tener una relación es trabajar sobre nosotros mismos. Tomamos lo que un amigo llama ‘toda esa catástrofe de las relaciones’ en nuestro corazón piadoso y en nuestra mente inquisitiva, para que el próximo vínculo no sea una repetición del anterior.

Y nos comprometemos a componer una ‘díada viviente’, una relación consagrada, un vínculo con la consciencia que reconoce el poder de una relación consciente. Y trabajamos, juntos, sobre nosotros mismos. Entendemos que en el cementerio de los  vínculos anteriores fallidos -gracias a los cuales aprendimos a relacionarnos cada vez mejor- lo que estábamos haciendo es trabajar sobre el otro. Odiándolos porque no se convertían en aquello que añorábamos para nosotros mismos. Persiguiéndolos a ellos, y a nosotros, bajo la sombra de nuestras penas no resueltas.

Pero eventualmente dejamos de intentar crear la relación y permitimos que simplemente acontezca. Empezamos a percibir las posibilidades y oportunidades perdidas en los momentos en que cerramos nuestro corazón al dolor del otro, momentos en que nos pareció más importante tener razón que ser genuinos. Momentos de duelo no integrado, expresado en tonos demasiado violentos para el amor. Reconocemos que las intenciones poco claras producen resultados insatisfactorios, exploramos la dolorosa repetición de la negativa a perdonar y el resentimiento.

(…)
Explorando el osario de las relaciones que sentimos que ‘no funcionaron’, despertamos como de un sueño recurrente, y la relación se convierte en lo que Buda llamó ‘el trabajo a realizar’.
Esto significa soltar las defensas en nuestras mismas fronteras. Salir del territorio seguro y adentrarnos en lo desconocido, lo -incluso- ferozmente resistido. Significa hacer un amor más grande aun que nuestro miedo de revelarnos como no amados y no amables. Un amor más grande que nuestro miedo al dolor.

Cuando uno se compromete con prácticas que aclaran la mente y descubren el corazón -la presencia, el perdón, el amor incondicional- aquello que alguna vez pareció imposible de abordar bien puede convertirse en el centro mismo de la relación.”

Fuente:
lausinamistica.wordpress.com